Powered By Blogger

jueves, 2 de febrero de 2012


Per-DONAR ES UN REGALO QUE TE HACES
Esto es lo que pasa cuando no perdonas


Nos han enseñado a ver el mundo en base a buenos y malos, víctimas y verdugos, tútieneslaculpa, yonohicenada... Pura confrontación. Nos han enseñado a defender a muerte quién tiene razón, y a avergonzar al que se equivoca. Nos han enseñado que para cambiar algo hay que luchar contra algo. Que luchando contra la pobreza y la discriminación se consigue la igualdad. Que enfrentándonos y protestando, enfocándonos en lo negativo, podemos cambiar la realidad de las cosas. Nos han enseñado a buscar la reparación de las injusticias, sí, pero también la venganza... 

Es un plato que se come frío, dicen. Lo que no nos han dicho es que es súper indigesto. 

Tampoco nos dijeron que, si en lugar de buscar que nos pidan perdón de rodillas (o la versión más corta: ponerle zancadillas al otro) lo perdonamos nosotros (sí, ¡a ese monstruo/a!), seremos más felices. 

Claro que esto choca frontalmente con la lógica justiciera. Claro que cómo vamos a perdonar encima de lo que nos han hecho y si además no paran de acosarnos. No estoy diciendo en ningún momento: quédate a que te den más tortas, solo digo que dentro, muy dentro de tu corazón, y sin decir una palabra a nadie, intentes aceptar a la otra persona (aunque momentáneamente haya dejado de comportarse como una) y hagas algo radical: 

ACEPTARLA. PER-DONAR-LA.

Aparcar el odio, encender el AMOR.


Esto no es tan imposible como parece. Es exactamente igual que dejar el tabaco. Es dejar una adicción al sufrimiento (que es mil veces más fuerte que la nicotina). Una adicción al drama. Al dolor, en una palabra. Y simplemente hay que estar dispuesto a arrojar el último paquete de Odio, o de Odio Light, por la ventana, aunque todavía te queden muchos cigarros. Es fácil hacerlo cuando te das cuenta de que tu vida depende de ello. 

Y hay algo más, una especie de extra, que viene añadido cuando perdonas: 

Aunque nunca hables de esto con la otra persona, algo se moverá en su interior. Puedes llevarte increíbles sorpresas con esto. Ver como la coraza del miedo y el odio se disuelven y afloran detalles que te hacen recordar por qué algún día la quisiste, no importa lo que hayas llegado a odiarla. 

Quizá haya una explicación, y la explicación sea que no estamos tan separados ni tan definidos como creemos, que no terminamos donde creemos que terminamos, que estamos unidos por infinitos hilos invisibles. 

Per-donar es un regalo que te haces. Quizá no logre cambiar el pasado pero desde luego cambiará tu futuro. 







lunes, 26 de diciembre de 2011

AÑO NUEVO, CARA NUEVA


Dicen que uno nace con la cara que le ha tocado en suerte, pero que a partir de los 30 (¿o eran los 40?) empieza a tener la cara que se merece. Puede ser, puede muy bien ser cierto. Reconozco que hay días en que me levanto con una cara que no me gusta nada, precisamente porque es una cara que lo cuenta todo. Va contando a voces cómo te sientes, cómo te va la vida, si eres feliz o no, en qué piensas todo el tiempo.

Bueno, quizá haya gente que pueda llevar a todas horas una sonrisa de anuncio pegada a la cara, pero por lo general siempre hay algo que la delata. Tiene algo que ver con eso que se decía antes de que la cara es el reflejo del alma. Esto, como todas las cosas, se puede entender de una manera A o una manera B. En la manera A, la frase quiere decir que la cara es la chivata del alma, lo cual da mucho coraje. En la manera B, esta es una buena noticia: más que recurrir a un lifting, lo que nos hace falta es un estiramiento de alma y asunto arreglado: sin gastar un duro en cirugía ni en cosméticos podemos rejuvenecer lo que no está en los escritos. Aunque desgraciadamente el tema del alma no le influye para nada a otras partes del cuerpo...

¿Qué relación tiene todo esto con vivir en pareja?  Muy fácil, Ortega y Gasset que escribió un montón de libros y tenía algunas frasecillas muy ingeniosas, de esas que luego repite uno para dar a entender que se los ha leído todos, decía: "Yo soy yo y mis circunstancias". A mí me parece que donde dijo circunstancias quería decir "películas". Dos personas pueden tener idénticas circunstancias y construir alrededor de ellas dos mundos completamente distintos. Para una, un accidente de tráfico que lo ha dejado en silla de ruedas puede ser el final del mundo, mientras que a otra persona la misma circunstancia le abrirá el corazón y la mente para sentir una alegría por el hecho de estar vivo que quizá hasta entonces le era ajena.

Una pareja, por tanto, está formado por dos personas y el mundo que proyectan. Porque no es solo la cara  la que es reflejo del alma, todo lo que hacemos, todo lo que decimos, incluso las personas con las que estamos, y, probablemente, algunos de los accidentes que tenemos, lo son. Si lo recordamos podemos darnos cuenta de que tendemos a repetir unas pautas a lo largo de nuestra vida, y a buscar los "culpables" fuera de nosotros. Esto devuelve la pelota de la responsabilidad (elegir nuestra vida, elegir nuestras relaciones, elegir nuestra cara...) a nuestro propio tejado. Ahí es donde debe estar.

domingo, 18 de diciembre de 2011

¿CALLADITOS ESTAMOS MÁS GUAPOS?

 

Nos han hecho creer que para tener una buena relación es imprescindible comunicar todo lo que pensamos y sentimos a nuestra pareja. Esto es parte de una leyenda urbana (que empezó alrededor de los años 60 del pasado siglo) que dice que es imprescindible sacar afuera nuestras emociones, gritando o dando patadas a un colchón si hace falta, porque si no reventaremos.

 Lo que no nos dijo nadie es que a veces es el otro el que revienta.  

La verdad es que comunicarse, en sí,  no es bueno ni malo. La comunicación es solo un conducto para llevar y traer mensajes, una especie de teléfono sin cables ni baterías. Pero imagínate si usas ese teléfono para insultar a otra persona, solo porque últimamente estás un poco estresado, o para descargar tus frustraciones, tus quejas sobre tu vida (o ausencia de vida) laboral o social, tus tensiones... 

¿De verdad crees que si llamas a un vecino tuyo para insultarlo, o para "decirle claramente lo que piensas", (que a veces es lo mismo pero dicho más fino), vas a lograr una buena comunicación con él porque el teléfono sea bueno? 

Y, ¿de verdad crees que comunicarse significa siempre hablar? ¿Cuántas veces no hablamos por llenar un hueco de silencio con una "comunicación" que no es más que ruido? ¿Cuántas veces ponemos tanto énfasis en decir "lo que tenemos que decir" que no escuchamos absolutamente NADA de lo que nos dicen?

Hay muchísimas formas de comunicarse. De hecho la gente que estudia este tipo de cosas y hace estadísticas muy serias con nombres de universidades americanas, asegura que la mayor parte de nuestra comunicación no es verbal, o más concretamente, no está en las palabras que decimos, sino en el cómo las decimos. En nuestro tono de voz, en nuestra mirada, en nuestros gestos, nuestros silencios...

Te propongo pasar un buen rato en silencio con la persona que amas y ver la cantidad de cosas que podéis comunicaros. Te propongo pensar antes de hablar, darte cuenta de que no vas a explotar por no soltar ese comentario o esa queja. Que no te va a pasar nada por pararte a pensar en cómo se siente esa persona que quieres, en lugar de usarla como basurero para vomitarle toda tu negatividad encima. 

Haz este pequeño ejercicio y me cuentas (si quieres...) cómo mejoró tu comunicación después de hacerlo. 






martes, 6 de diciembre de 2011

CELOS Y OTRAS BESTIAS


Los celos son como una aguja que se retuerce más y más en nuestro interior cuando intentamos sacarla. Son, más que un dolor, una mezcla de dolores (una especie de curry formado por diferentes especias que tienen el común el hecho de que todas pican). Está el dolor intenso, frío, como de hielo, de los reproches, y está el dolor candente, a nivel de la piel del anhelo de esa otra piel... Está el dolor que tiene un regusto agradable, como esa zona intermedia que existe entre el  dolor y el placer, al principio, cuando empieza a doler una muela. Nos gusta apretarla y sentir la intensidad, sentir que sentimos....

Existe una solución al problema de los celos, pero es posible que no te guste oírla. 

Esta solución pasa por hacerte responsable de los celos. Y del dolor. Por reconocerlos como hijos tuyos. Por darte cuenta de que por más que parezcan tener vida propia y ser "la consecuencia de", no son más que "la historia de" que tú te montas. 

Una vez que descubras tu papel en todo este drama podrás ser libre.
Para elegir entre mirarlo desde una butaca en la primera fila o tomar distancia. 

En fechas como estas, tan cercanas a lo que en su día fue una época mágica llena de fantasía, conviene recordar lo que un día, con gran dolor de corazón, aprendimos:  los Reyes Magos no existen, son los padres. De la misma manera, no existe ese amor ahí fuera que te hará feliz dentro, no hay manera tampoco de poseerlo, de ser el dueño de otra vida que no sea la nuestra.

Los Reyes somos nosotros. 



¿Estás de acuerdo? Cuéntame tus impresiones...





domingo, 27 de noviembre de 2011

EL AMOR EN EL ESPEJO


Quererse a uno mismo siempre ha tenido mala prensa. Desde que Narciso, enamorado de su reflejo en un lago, se cayó dentro y se ahogó, miramos con aprensión a la gente que se mira en los espejos (siempre que no seamos nosotros, claro). Pero la historia de Narciso no habla de amor. Habla de enamoramiento. Y el enamoramiento, lo mismo que el sexo, puede tener alguna relación con el amor, pero no es lo mismo. Sería confundir el azúcar con el café, por más que se mezclen son distintos.

El drama de Narciso fue (aparte de no saber nadar) que no se quería a sí mismo.


Quererse a uno mismo es, por extraño que parezca, un asunto completamente impersonal. Es quererse de la misma forma que se puede querer a un niño, sobre todo si es "nuestro" independientemente de que sea mejor o peor, se porte bien o mal, sea guapo o feo. No se le quiere por como es, sino como es.

Porque sí.  

Quererse, siendo una cuestión tan simple, y que, como hemos visto, no depende absolutamente de nada, debía estar al alcance de cualquiera. Y lo está, es solo que no nos damos cuenta de que nos queremos. Sea  por lo que sea hemos aprendido a pensar que el amor, y todo lo que nos hace felices, no está dentro de nosotros sino fuera.  

Y ahí fuera es donde lo buscamos. Mira unos ejemplos sacados de "canciones de amor":

Yo sin tu amor no soy nada.
¡Me haces tan feliz!
Ella se fue y me rompió el corazón.

Esta es la única persona que puede hacerte feliz


Quede claro que me parece estupendo eso de buscar el amor "ahí fuera". El mundo sería un lugar muy sombrío si nos encerráramos en ese amor propio (que ahora se ha puesto de moda llamar "autoestima") que sentimos y no nos relacionáramos con nadie. Pero el punto que quiero dejar claro es que el hecho de saber que tenemos suficientemente amor dentro, que tenemos para dar y regalar, nos pone en una situación
más favorable para amar a los demás sin depender de ellos.

Sin confundir amar con necesitar.

Porque hay veces (veces que duran vidas enteras si te descuidas...) en que, volviendo al tema de los espejos,  sentimos que necesitamos tener un espejito mágico que nos diga a todas horas qué somos la más bella, o el más guapo. Que valemos lo suficiente, que somos lo suficientemente buenos para que nos quieran, vaya. Y así, de paso, nos damos permiso para querernos también nosotros un rato.

Y lo peor es que el espejo al que le hacemos la pregunta, llenos de ansiedad (¿me quieres hoy, espejito?) no está colgado en la pared sino que es un ser de carne y hueso que vive con nosotros: Nuestra pareja.

Si por casualidad estás pasando por un momento de "espejismo" como el que acabamos de ver, un momento de dolor, de sufrimiento, de falta de fe, te propongo que hagas lo siguiente:

Acude a un espejo, a un espejo de verdad, y dile en voz alta o en voz tan baja que solo él pueda oírla:

No necesito a nadie para ser feliz. 
Tengo tanto amor dentro que me rebosa.

Y una vez que hayas hecho esta declaración  podrás firmar con un beso al cristal o con una simple sonrisa antes de decirle bye bye para siempre al espejo. Y tomarte un té, o un café, o una copa de vino, o poner música, o simplemente no hacer nada y cerrar los ojos un rato y abrir bien los oídos para escuchar esa voz serena que habías olvidado, ese susurro que te habla desde dentro y te dice que te quiere porque sí, que no tienes que hacer nada ni convertirte en nadie diferente para merecértelo.

Que no te hace falta ningún espejo, humano o de los otros, que te diga Te amo. 

 Lo cual, aparte de ser maravilloso para ti, también le quitará un peso de encima al espejo...

domingo, 20 de noviembre de 2011

VOLVER AL AMOR


¿Es posible volver a enamorarse de la misma persona, volver a enamorarla, reenamorar?

La respuesta más corta es no. La más larga es esta: es posible volver a sentir el amor, volver a vibrar, volver a disfrutar con esa persona.

 El amor, como dice la canción, no tiene horario, ni fecha en el calendario, pero el tiempo, tanto en el amor como en los demás asuntos humanos, tiene la costumbre de avanzar, o al menos de no ir hacia atrás. Por eso esta respuesta resulta un tanto confusa: se puede volver a sentir todo el amor del mundo, pero los momentos del principio, la ilusión del principio, esa se queda ahí. Es como la ilusión que sentíamos la noche antes de empezar un viaje, es normal que dé paso a otras sensaciones.

 Lo que ocurre es que en un momento dado de nuestro viaje con otra persona hemos echado el freno, hemos dejado de sentir. Nos han entrado un montón de miedos que nos han hecho detenernos y mirar con mucha distancia las cosas. Preguntarnos. Juzgar. Dejar de DISFRUTAR la otra persona y empezar a analizarla. Lo cual resulta tan lógico como si un niño se quedara mirando la nubecita de azúcar que estaba ricamente comiéndose y empezara a reflexionar sobre el sentido último de esa nube, y sobre si es la nube adecuada que necesita para realizarse como persona...

 Cuando, como consecuencia del análisis o empacho mental, dejamos de sentir (muchas veces, curiosamente a base de preguntarnos qué sentimos o qué siente la otra persona) lo lógico es que empecemos a mirar atrás, hacia esos mágicos primeros tiempos en que no nos preguntábamos nada y sentíamos. Pero el hecho de que esos tiempos fueran mágicos no quiere decir que no haya más magia esperándonos. LA HAY.

Eso es lo que vas a descubrir en estas páginas, en este viaje, si decides acompañarme...